EL TEMPLO DE LA DIVINIDAD

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A las puertas de tu templo te llamé.

No eran ni de oro ni de plata.

Sino de verdes plantas

Y árboles centenarios.

Viniste vestido de viento,

De húmeda tierra y límpido cielo.

Repetí tu nombre como un eco

y llegaste a mi entre los árboles.

En las ramas posaste tu rostro,

Y en las flores vibraste tu nombre.

Me respondiste con el trinar de los pájaros.

Y susurraste mi nombre con hojas secas.

Te correspondí con lágrimas amargas,

Con el suave latir de mi corazón enamorado.

Se oyó una plegaria en mi pecho

Silenciosa voló a tu seno.

Un suave contoneo de los árboles,

Un cálido viento rozando el nogal.

Repetí Tu Nombre otra vez,

Y me respondiste abriendo un Portal…

De él brotaron los espíritus del bosque

Y los árboles me mostraron su rostro

Apoyé su nostalgia en mi hombro

y el Amor nos envolvió a todos.

Cigarras, hormigas, acacias,

arañas, helechos y hiedras.

¡Ay si el mundo esto sintiera!

Se vaciarían las Iglesias

y se rezaría de rodillas

Allí donde florece la Vida.

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